jueves, 31 de mayo de 2012

LA ULTIMA CASA A LA IZQUIERDA


La última casa a la izquierda

Cuadro técnico:
Director: Wes Craven
Productor: Sean S. Cunningham
Intérpretes: David Hess, Lucy Grantham, Dandra Cassel
País/ año: USA/ 1972


Uno de los clásicos seminales que abrazaron desde Norteamérica la década de los 70, la nueva era del terror hippie que daría luz a un buen puñado de películas verdaderamente
salvajes, la mayoría sin problema alguno con la censura gracias a los vientos liberales que corrían por aquellos tiempos.




Craven llegó a Nueva York con el máster de Filosofía y dos hijos debajo del brazo dispuesto a emprender una nueva vida y dejar atrás su pasado de profesor de instituto. Trabajó tres meses como mensajero hasta que se animó a participar en un pequeño filme titulado Together, dirigido por un tipo de veintisiete años llamado Sean Cunningham. Éste le propuso escribir, dirigir y montar una película de horror por sólo 40.000 dólares y pagarle 10.000 a él. Craven puso manos a la obra y en cuatro semanas (una más del tiempo previsto) rodó The night of vengeance, disparándose el presupuesto finalmente hasta los 90.000 dólares. Tras nueve meses de edición, la película se estrenó en tres ciudades como Sex Crime of the Century, pero ante el precipitoso fracaso del público de las dos primeras noches de exhibición le cambiaron el título por el definitivo The last house on the left y se sacaron de la manga la inquietante y famosa frase promocional: “Para evitar desmayos, no deje de repetirse: es sólo una película… sólo una película… sólo una película…”.




Si la ultima casa a la izquierda tiene ese aspecto tan desarrapado, tan barriobajero como efectivo, tan parecido a un documento que está mostrando el horror en su fase más primigenia, es debido, en buena parte, a que casi todo el equipo técnico no tenía la menor idea de cómo se hacía una película. Los actores eran amigos, los eléctricos novatos y Craven solo sabia decir: “¡Cámara!, ¡Acción! y ¡Corten!, igual que cuando realizaba documentales para televisión. De ahí que las escenas sean tan creíbles y tan aberrantes, puesto que están recogidas por una cámara temblequeante que no se pierde el más mínimo detalle, por escabroso que éste sea: golpes, violación, asesinato, castración a mordiscos, descargas de corriente eléctrica, llantos, histeria…






David Hess, el actor encarna al líder de la pandilla, hace memoria: “En un principio me contrataron para componer la música, pero en el último minuto me dijeron que si me atrevía también a salir delante de las cámaras. Acepté, por lo que mi sueldo de 18.000 dólares le añadieron 1.000 más, ¡por ser el actor protagonista!... era la época de la explosión del porno, así decidimos hacer algo por otro camino, por el de la violencia feroz, y para ellos nos sirvió de mucho el ambiente de rodaje, lo más parecido a una comuna que te puedas imaginar: sueldo escaso, todo el día trabajando, buen ambiente, dormir en la casa del productor porque no había para un hotel…”




Lejanamente inspirada en “El manantial de la Doncellas” (Jungfrukallan, Ingmar Berman, 1959), por lo de la brutal venganza que llevan a cabo los padres de las victimas cuando descubren a los asesinos de sus hijas. La última casa a la izquierda es un producto típico de los años 70. La presunta trasgresión en el fondo, el reaccionarismo campa a sus anchas: quien a hierro mata a hierro muere) y el morbo obligan al espectador a revolverse en su butaca una y otra vez, y eso que en el montaje definitivo se descartaron algunas escenas debido a su naturaleza sumamente desagradable.




A pesar de los años y del aluvión de imitaciones baratas que han pasado por encima de ella, es una película que todavía no ha caducado (ya nació pasada de fecha), debido sobre todo a esa torpeza naif que la hace tan atractiva.
En trabajos posteriores, Wes Craven seguiría sacando a la superficie las miserias de la hiperviolencia América Profunda. Un buen ejemplo es la polvorienta “Las colinas tienen ojos” (The Hills have eyes, 1977, con su respectivo remake), con un grupo de caníbales de las montañas a la caza y degüello de excursionistas extraviados.




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