Cuadro técnico:
Título original: Night of the living dead
Director: George A. Romero
Productor: Russell Steiner
Actores: Duane Jones, Judith O´Dea, Karl Hardman
País/ año: USA/ 1968
“Hay un destino peor que la muerte”
El cine moderno de horror se compone a mí parecer de 3
películas imprescindibles: La matanza en
Texas, Posesión infernal y por supuesto La noche de los muertos vivientes.
Las tres mencionadas son las primeras obras de directores que con el tiempo se
han convertido en directores de culto.
Esta película se realizó con muy poco presupuesto, con
amigos de Romero y por supuesto muchas ganas de grabar, grabar y grabar. Si
bien para ojos contemporáneos, esta obra no tiene mucho del terror que demandas
las masas en nuestros tiempos, es esta obra la que
revolucionaría el concepto de cine de terror propiamente dicho, ya que desde ese instante en el subgénero de tripas ya nada volvería a ser lo mismo. Además, es una película que al igual que las anteriores mencionadas, producen un miedo irracional mientras la vemos.
revolucionaría el concepto de cine de terror propiamente dicho, ya que desde ese instante en el subgénero de tripas ya nada volvería a ser lo mismo. Además, es una película que al igual que las anteriores mencionadas, producen un miedo irracional mientras la vemos.
Tras un puñado de cortos y un filme no exhibido jamás, “Expotulations”, que nunca debería
considerarse como su opera prima, Romero escribió un cuento que posteriormente
guionizaría John Russo. Las influencias que en él recogió este director son
evidentes. Por un lado la soberbia novela de Richard Matheson “Soy Leyenda”, en la que un hombre
convencional se ve asediado en su propia casa por un puñado de ciudadanos /
vampiros. También hay ecos de “El día de
los Trífidos” de John Wyndham, con una muchedumbre ciega empeñada en acabar
con los que sobrevivieron al holocausto y mantienen la vista intacta. Pero el
antecedente más diáfano, al menos cinematográfica, es la injustamente
desconocida “The last Man on earth”
(Ubaldo Ragona/ Sidney Salkow, 1964), un compendio de todas las fijaciones que
Romero desarrollaría posteriormente en su saga de zombi.
La noche de los muertos vivientes es una creación puramente
artesanal, está rodada íntegramente en Pittsburgh, directamente en blanco y
negro, en 16 milímetros hinchados a 35, que le dio ese toque áspero y granuloso,
inquietante a lo seudo- documental y con un grupo de actores procedentes en su
mayoría del teatro. No hay grandes alardes técnicos, pero se nota que sus
creadores saben tensar los resortes del terror de un modo incuestionable,
exprimiendo la claustrofobia pura y dura, jugando con ella y con el espectador
a entero antojo. Tan sólo unos zombies insaciables, una casa que sirve de
refugio y unos humanos con los nervios a flor de piel son los condimentos
necesarios para cocinar un guiso de horror descarnado, donde no importa absolutamente
nada el porqué de la resurrección de los cadáveres y si es gore galopante más
implícito que explicito, ya que pocas tripas se ven en la pantalla. Otros de
los grandes aciertos de Romero- aunque él siempre lo niegue- el filtra a su
obra una doble lectura sociopolítica. Sus muertos mugrientos y mal maquillados,
son una masa sin nombre, popular e incontrolada que sólo mata para saciar su
voracidad caníbal, sin entender a clases ni grupos económicos más o menos
pudientes (suena familiar), hasta ese sutil retrato de una América oscura,
visible en los grupos armados y violentos, capaces de echarse a las calles y
anularlo absolutamente todo, incluso el sobreviviente negro que para esa época
es importante, todo nos remite a una crítica social.
Romero volvería a retomar sus pútridas criaturas en Zombie (Dawn of the dead, 1979 y el día de los
muertos, 1985, llevándola a los abismos del gore, ciencia ficción desquiciada.
La primera vez que vi esta película fue y debo
confesarlo por una obligación que todos me hacían referencias a ella. La vi, después
de haber visto muchas películas de zombies y gore extremo, aún con efectos muy
bien realizados y demás , las otras películas, no me causan la desesperación de
la claustrofobia que esta película decante sí me provoca. Quieran o no Romero
es de culto y punto.
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